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martes, 22 de octubre de 2013

Entre búhos y lechuzas, o la traición en forma de ave



Aquella mañana, al despertar, tuvo una extraña sensación. Una punzada en la cabeza le hizo llevarse la mano hacia ella, pero descubrió que sus manos eran… ¿garras? Sí, una especie de garras como las de… ¿un búho? ¡Se había convertido en un búho! No recordaba nada de lo que había pasado, no sabía si era fruto de una reencarnación o de un hechizo, aunque se decantaba por esta última opción, aquellas palabras que aún resonaban en su cabeza…, ¿cómo no se había dado cuenta?



Voló hasta la ventana, tratando de salir, de alguna manera, de la situación y, al posarse en la barandilla, un rayo de sol rozó sus plumas y de pronto sintió que su nuevo cuerpo no le respondía, que ese rayo le había dejado petrificado. No podía articular palabra, ni tampoco levantar el vuelo. El sol le había hecho eterno, tal y como le habían advertido que sucedería, pero lo que no le habían advertido era que no recordaría ninguna de las advertencias. La noche era ahora su mejor refugio.


lunes, 14 de octubre de 2013

Bajo el cielo protector

Cada paso que daba le llevaba a un camino aún más absurdo que el anterior. Le adentraba en un tumulto de pensamientos carentes de sentido, en una desazón que crecía y crecía, llegando a un extremo que rozaba lo esperpéntico. Aquella tarde esos pasos le llevaron hasta el mismo comienzo de la noche. Sus ojos ya apenas distinguían colores, apenas siluetas, sólo sombras..., hacía tiempo que venía siendo así, que su vista le estaba abandonando, como casi todo a lo largo de su vida, incluida su suerte. Pero un pequeño halo de luz apareció a lo lejos, o quizás era cerca, sólo fue un momento, un instante, pero la vio, allí, frente a él, y la grabó en su retina para siempre, para poder regresar a ella como si fuera su brújula. Una brújula que le señalaría el camino bajo el cielo protector. 



martes, 1 de octubre de 2013

La sombra de la búsqueda



Saltó de una a otra, y de esa a la siguiente, buscando dónde sembrar sus sueños. Pero no parecía existir tal cosa, quizá todo había sido un engaño (eso que algunos llaman una broma pesada del destino). Sin embargo cuando la vio allí, al final de todas ellas, supo que se pertenecían.