Puede que algo tan ligero como un globo nos haga sentir que somos capaces de abarcar el mundo con una mano, que si seguimos ascendiendo las nubes se convertirán en nuestro hogar y la tierra desaparecerá para siempre, que desde ahí arriba, desde las alturas, somos los dueños de todas las almas y podemos leer en ellas sus secretos más íntimos.
domingo, 30 de diciembre de 2012
jueves, 27 de diciembre de 2012
Su arcoíris particular
Miró a través de la ventana. Las gotas de lluvia habían dejado de repicar en los cristales. El sol trataba de abrirse paso intentando que sus rayos atravesaran la aún densa capa de nubes que poblaba el cielo. Y de pronto aparecieron ellos, los colores, primero difuminados, luego más fuertes, de uno en uno, o de dos en dos..., creando un nuevo paisaje. Y, desde ese lugar tan suyo, disfrutó de él, sólo para sus ojos.
Foto cedida por A.R.P. gran amig@ de este universo |
lunes, 17 de diciembre de 2012
Los posos (¿amargos o dulces?)..., del café
Saboreaba su café. Lo hacía como cualquier otra mañana, o como ninguna otra. Sin embargo aquel día ella le observaba, sentada, a su lado, pero él no parecía advertir su presencia. Ella comenzó a abrazarle, a invadirle, al más puro estilo de las obras de Shakespeare. Entonces él pareció sentir ese intento y, asustado, derramó sobre la mesa el café que quedaba en su taza, y desde ahí el líquido fue cayendo al suelo gota a gota, como si cada una de esas gotas fuera una negra lágrima del alma. Miró el fondo de su taza donde sólo quedaban los posos, y esta vez sí que advirtió cómo a su lado, aún sentada junto a él, la soledad le sonreía.
(P.D.: Quizás a la soledad no le gusta desayunar café)
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