Páginas

jueves, 11 de enero de 2018

Rumbos

Caminaba lentamente, saboreando cada uno de sus pasos en la arena, dorada y humedecida por las idas y venidas de las olas. Las huellas que iba dejando desaparecían casi al instante, pero eran borradas dulcemente, como si el agua quisiera besar la arena.
Caminaba sin rumbo definido, simplemente avanzaba siguiendo la orilla del mar, observando la ligera espuma que bañaba sus pies y los dejaba con un ligero manto salino.
La luz del sol acariciaba su piel, a la par que proporcionaba una mayor amplitud a la visión del paisaje, que se dibujaba diáfano, y casi irreal, ante sus ojos. Los sentidos se agudizaban en aquel paraje, incapaces de aprehender todo cuanto allí ocurría y acontecía: el movimiento de la fina arena, el sonido del agua, el crepitar de las pequeñas conchas de la orilla al ser pisadas... En ese avanzar hacia ninguna parte de pronto advirtió la presencia de las dunas no mucho más allá del lugar en el que se encontraba, de modo que decidió encaminarse hacia ellas, aún a sabiendas de que su forma variaría hasta que llegara a su enclave y que, quizá, ni siquiera todo aquello era real.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario