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lunes, 6 de noviembre de 2017

A la luz de una vela

(Finalista Premio Orola 2017)


Era una noche nublada, allá por el siglo XVII. Miguel no conseguía dormir. Una idea rondaba por su cabeza y no le dejaba conciliar el sueño. Encendió una vela y se dirigió hacia su mesa. Y allí sentado, a la luz de aquella vela, la idea cobró forma con el movimiento de su pluma. Don Quijote y Sancho Panza habían nacido.
Siglos después un grupo de niños sentados a orillas del Tajo, en una noche nublada a la luz de una vela, leía en voz alta el último capítulo de Don Quijote de la Mancha, sin tan siquiera saber que Cervantes necesitó tantas velas como noches en vela pasó para concluir las andanzas del ingenioso hidalgo.


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