Y allí solo, frente al mar, comprendió que hay cosas que no se borran nunca, que regresan una y otra vez, como las olas que aprovechan el movimiento de la marea para volver con más fuerza a la orilla. Y, más allá de que supiera que en esta sociedad de rapidez y sinsentido, los individuos aman y se despiden constantemente, no pudo dejar de pensar que aquel horizonte podría llegar a estar al alcance de su mano, a lo mejor tenía que estirarse un poco más.
VII-X-MMVII
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