Páginas

jueves, 12 de noviembre de 2015

Scriptorium

Antes de  que los nombres de las cosas se adentren en su mente, no hay más que una amalgama de ecos. Piensa en un idioma propio, y recita cada frase en su cabeza. Desde su lúgubre habitación escucha otros acentos, otros nombres propios. Hace ya tantos años..., y entonces se pregunta porqué lloran sus ojos, y cuál es la palabra para ello. Imagina lo que ha visto, como si ese lugar se cayera a trozos justo delante de él. Busca un nombre, una palabra, escucha el vuelo de las aves... Y entonces advierte que el espacio es la premisa de la que partir y a la que regresar, dividiéndose entre el desaliento y la comodidad.
Foto V.C.G. para Las discordias de Hera

No hay comentarios:

Publicar un comentario