En el medio de una noche estrellada, en un humilde barrio de El Salvador, un niño de nueve años se despierta por la brisa que entra a través de la ventana de su habitación. Al asomarse descubre un pequeño pez de colores que salta en un charco..., pero un charco no es el lugar más seguro para sobrevivir, y el agua es un bien muy preciado, así que intentará salvar al pececillo aventurándose a lo largo de la noche.
lunes, 30 de noviembre de 2015
jueves, 19 de noviembre de 2015
jueves, 12 de noviembre de 2015
Scriptorium
Antes de que los nombres de las cosas se adentren en su mente, no hay más que una amalgama de ecos. Piensa en un idioma propio, y recita cada frase en su cabeza. Desde su lúgubre habitación escucha otros acentos, otros nombres propios. Hace ya tantos años..., y entonces se pregunta porqué lloran sus ojos, y cuál es la palabra para ello. Imagina lo que ha visto, como si ese lugar se cayera a trozos justo delante de él. Busca un nombre, una palabra, escucha el vuelo de las aves... Y entonces advierte que el espacio es la premisa de la que partir y a la que regresar, dividiéndose entre el desaliento y la comodidad.
Foto V.C.G. para Las discordias de Hera |
viernes, 6 de noviembre de 2015
Pedazos delante de los ojos
Sólo un viento azaroso
parece, en ocasiones, sanar
los extremos de la congoja,
o una mano que apunta al cielo, queriendo tocar algo más que el infinito, y mostrando que somos capaces de amar, de no dejar que el mundo nos pueda aunque ese azaroso viento quiera intentar que creamos ver volar aquello que tenemos en nuestras manos.
Balloon Girl, Banksy |
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