Para ser criaturas que amamos, debemos ser criaturas que nos desesperamos por lo que perdemos. Puede que entonces sea cierto que todo pasa: el dolor, la sangre, el hambre, la peste... Pero cuando la sombra de nuestra presencia, y de nuestros actos, se haya borrado de la faz de la tierra, las estrellas permanecerán. No hay individuo que no sea consciente de ello. ¿Por qué, entonces, no volver nuestra mirada hacia las estrellas?
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