Así fue como, poco a poco, desaparecieron los gestos, las líneas, las curvas, los momentos. Así fue como, poco a poco, la historia pareció perder su ubicación. Una vez más el barco hacía aguas, una vez más el naufragio era inminente, una vez más no resultaba posible achicar tanta agua. Demasiada agua, con la que ahogar cualquier llanto. Era tanta que podría haber creado un nuevo océano. Era tanta que sólo un desierto podría haberla anegado. Era tanta que podría haber derribado cualquier cualquier muro, incluso el de la indiferencia. Era tanta que podría haberlo borrado todo, incluso lo aún por vivir.
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