Caminar en una u otra dirección. Comprender el porqué de nuestros pasos y de nuestras acciones. Observar cómo las personas se construyen peceras a modo de corazas, en las que creen nadar a su antojo y en las que, cuando se mete la mano para tratar de alcanzarlas, se escurren como peces, a pesar de que el miedo pueda atenazar sus presuntas aletas.
Sin embargo, cuando la pecera cae al suelo y se parte en pedazos, encontramos a esos peces intentando decir lo que nunca han sabido expresar, pero sólo hace falta atender a su mirada, fijarse en sus ojos, para entender qué es lo que quieren decirnos (porque ni siquiera vestidos de peces pueden olvidar quiénes son en realidad).
7-10-2007
ResponderEliminarPodemos comprender el porqué de cada paso, tanto el que guía en una dirección, como el que guía en la opuesta, aunque en ambos pasos siempre haya cierta creación de coraza. Lo suyo sería comprender de antemano que esa coraza antes o después se romperá... y acabaremos en el suelo aleteando mientras el agua se va alejando.
ResponderEliminarY puede que alguien recoja entre sus manos a quienes acaban en el suelo y aleje los restos de esa coraza.
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