Empezó a pensar en un nuevo teorema, y se olvidó de
respirar. Al principio esta nueva situación no parecía producirle ningún tipo
de malestar. Sin embargo, pasada una semana, comenzó a sentirse extraño en su
propio cuerpo. Primero fueron sus extremidades las que se rebelaron, y más
tarde esa extrañeza fue extendiéndose al resto de su cuerpo... El ruido que
provenía de la cocina le despertó. Abrió los ojos y el olor del café recién
hecho le hizo sentir que podía ser un buen día para empezar algo nuevo. Quizás
había llegado el momento de abandonar su jaula.
Nada como ser libre y poder volar!
ResponderEliminarNada como disponer de unas buenas alas para lograrlo.
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