Tras una larga noche de insomnio un único pensamiento recorría su cabeza: ¿cómo hubiera sido todo si hubiera sido diferente...? Quizás el mundo no era triste, sino que eran sus ojos los que albergaban esa tristeza con la que empapaba y cubría todo lo que le rodeaba. Quizá no debía temer a sentir esa sensación de estrellar su corazón contra otro, sino dejar que la mirada de ese otro corazón ayudara a tapar la grietas del suyo.
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