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martes, 22 de octubre de 2013

Entre búhos y lechuzas, o la traición en forma de ave



Aquella mañana, al despertar, tuvo una extraña sensación. Una punzada en la cabeza le hizo llevarse la mano hacia ella, pero descubrió que sus manos eran… ¿garras? Sí, una especie de garras como las de… ¿un búho? ¡Se había convertido en un búho! No recordaba nada de lo que había pasado, no sabía si era fruto de una reencarnación o de un hechizo, aunque se decantaba por esta última opción, aquellas palabras que aún resonaban en su cabeza…, ¿cómo no se había dado cuenta?



Voló hasta la ventana, tratando de salir, de alguna manera, de la situación y, al posarse en la barandilla, un rayo de sol rozó sus plumas y de pronto sintió que su nuevo cuerpo no le respondía, que ese rayo le había dejado petrificado. No podía articular palabra, ni tampoco levantar el vuelo. El sol le había hecho eterno, tal y como le habían advertido que sucedería, pero lo que no le habían advertido era que no recordaría ninguna de las advertencias. La noche era ahora su mejor refugio.


2 comentarios:

  1. Brillante transformación en un ave!
    Quién no ha deseado ser alguna vez un búho o una lechuza y adentrarse de noche en los secretos de un bosque y volar sobre el.
    :)Buen relato.

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    Respuestas
    1. Poder volar libremente, sin rendir cuentas a nada ni a nadie.

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