Lugares, pequeñas cosas..., se convierten a menudo en restos de un naufragio, en jirones que pueden, o no, ser remendados. Están ahí como memoria, como aviso, incluso como frontera entre la comodidad y el miedo. Un miedo a las heridas, o a las cicatrices, un miedo tan encarcelado como libre.
Únicamente cuando eramos niños no conociamos el miedo y nuestra esencia se manifestaba libremente, atrevidos, instintivos, locos? no tanto... ahora que ya el mundo ha hecho su trabajo ya no hay salida. A alguien le interesa que según pasa el tiempo seamos cada vez menos libres. Si no, para qué nos hacemos tantas preguntas? no haría falta.
ResponderEliminarFdo: Chendo
Quizá terminamos por encarcelarnos nosotros mismos al hacernos tantas preguntas...
Eliminar