El equilibrista
Medía cada uno de sus movimientos. Se movía tan lentamente que cualquiera hubiera pensado que ni tan siquiera se estaba moviendo. Probablemente se debía a que tenía un miedo atroz, un miedo desproporcionado a que le descubrieran, a que se dieran cuenta de que podía ser capaz... de amar a alguien.
Y así pasa la vida, haciendo equilibrios, completamente desequilibrado.
ResponderEliminarEquilibrios que conducen al más absoluto de los desequilibrios.
EliminarTalvez el miedo de caer... o lo contrario?
ResponderEliminarSaludos C:
Ingrid.
O el miedo a mantenerse en un equilibrio tan frágil como el cristal.
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