"La vi desde aquel lugar escondido y silencioso donde el viejo bosque oculta a medias la pradera. Brillaba a través de los esplendores del crepúsculo... pálida al principio, pero con una cara que poco a poco se encendía. Llegó la noche, y aquel fanal solitario, teñido de ámbar, hirió mi vista como nunca lo había hecho antaño; la estrella vespertina, pero mil veces aumentada, encandilaba aún más en aquella quietud y aquella soledad.Trazaba extraños dibujos en el aire estremecido... recuerdos borrosos que siempre habían llenado mis ojos... inmensas torres y jardines, curiosos mares y cielos de alguna vida imprecisa... no sé de dónde. Pero entonces supe que a través de la bóveda cósmica aquellos rayos me llamaban desde mi lejano hogar perdido" (H.P. Lovecraft, Estrella vespertina)
A veces las llamadas son tenues, casi silenciosas, meros murmullos o susurros en la noche que nos sacan del ensueño en el que estábamos sumidos, ensueño real o ficticio del que salimos aún a sabiendas de que el brillo de esa llamada puede ser tan ficticio como el ensueño del que nos sacó.
A veces las llamadas son tenues, casi silenciosas, meros murmullos o susurros en la noche que nos sacan del ensueño en el que estábamos sumidos, ensueño real o ficticio del que salimos aún a sabiendas de que el brillo de esa llamada puede ser tan ficticio como el ensueño del que nos sacó.
Ay! Pero que sería de nosotros sin esas llamadas?
ResponderEliminarY sin nuestra imaginación para creerlas reales cuando
son ficticias o ficticias cuando son reales?
Quizá sean tan reales como ficticias, quizá sean tan tangibles como imaginadas, quizá sean más que llamadas, más que palabras susurradas.
ResponderEliminar