Páginas

domingo, 25 de abril de 2010

Al borde de


Subió hasta lo más alto del acantilado y no pudo contener por más tiempo su grito: "¡Estoy triste, pero mis ojos no lloran y no quiero los besos de nadie!" Así bramó, hacia el horizonte del mar abierto, para que éste escuchara su sentir, y para que sus palabras se confundieran con el romper de las olas en las firmes rocas. Así bramó, y de pronto sus lágrimas comenzaron a desbordar sus ojos y a recorrer su rostro, hasta llegar a fundirse con el agua salada, hasta llegar a convertirse en una parte más de las olas, hasta llegar a ahogar su tristeza.

9 comentarios:

  1. Y se hundió hasta el fondo de su dolor y su llanto. Hasta morder todo el miedo y la desperanza.
    Hasta aceptar su destino (?).

    ResponderEliminar
  2. ¿Puede estar escrito el destino?, ¿se trata de aceptarlo o de escribirlo?

    ResponderEliminar
  3. ¿Y si queriendo "decidir" precisamente tu destino, no estás siguiéndolo?
    Destino, hado, azar, casualidad, fuerza, voluntad,...
    "Ser fuerte para hacer lo que tienes que hacer, ser valiente para no hacer lo que no se tiene que hacer y ser SABIO para saber elegir".
    ¿No será este el quid? ¿SABER?

    ResponderEliminar
  4. ¿Y no son quizá más felices los ignorantes que los sabios...?

    ResponderEliminar
  5. Me encantá esta asociación.
    Empezáste vos con la tristeza y acabás-acabamos hablando de la felicidad y la sabiduría. Y ya puestos, si me permitís, cambiaría o uniría yo sabiduría con libertad y diría como dijo el filósofo (en este caso el neurólogo Pierre Magistretti): "Soy más infeliz porque soy más libre"
    Tanto más libre soy, tanto más puedo elegir, más me puedo equivocar y contribuir a mi propia infelicidad. Pero, ¡oh!, si realmente ser más sabio me permitiera elegir mejor.(?)

    ResponderEliminar
  6. ¿Realmente somos absolutamente libres para elegir/decidir?

    ResponderEliminar
  7. No.
    En demasiadas ocasiones nuestras decisiones afectan a otras personas a quienes queremos y no queremos dañar.
    Quizás el don de la sabiduría está también en encontrar por ello el equilibrio entre ser fieles a nosotros mismos o a los demás. En saber decir ¡no! o en encontrar ese equilibrio entre nuestra "felicidad" y la de quienes nos rodean.
    Toda una vida y seguramente cuanta poca gente lo encuentra.

    ResponderEliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  9. Permanecer fieles a nosotros mismos..., muchas veces hemos de desviarnos de nuestro camino para no dañar a quienes están cerca. Puede que la vida no sea lo suficientemente larga como para lograr ese equilibrio, puesto que cuando creemos haberlo alcanzado ella (la vida) nos "sorprende" poniéndonos de nuevo a prueba.

    ResponderEliminar