Esperaba junto al puerto, observando cómo los barcos eran mecidos por el mar. Esperaba tranquilo y confiado, arropado por la noche y vigilado por la luna. Esperaba sin tener en cuenta ni el tiempo, ni el espacio. Esperaba. Entonces creyó sentir un copo de nieve rozar su mejilla y se dio cuenta de que la espera había llegado a su fin, ella le había besado. Un beso frío como el hielo, pero suave como una caricia. Cerró los ojos y recordó la última nevada que había visto.
Hola Ana, me ha gustado bastante! no sé si quedarme con la idea de un beso invisible o con la de un narrador invidente...en cualquier caso, me ha gustado el blog. Ahora mismo te linkeo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gerardo