Universos de cristal que devienen en realidades, casi sorprendentes, cuando no inusuales, constructos que conforman un edificio y nos trasladan al otro lado, a ese en el que el cristal ya no parece tan frágil y frío, convirtiéndose en un elemento que proporciona al ser humano la alucinación de que todo puede ser posible, la seguridad de la realización, la ilusión de la consecución.
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