Llegado un determinado punto dejó de pedalear y paró en seco su marcha.
Amanecía..., y los rascacielos brillaban bañados por los rayos del sol que hacían despertar a la ciudad.
Amanecía..., y en las casas y en las calles parecía comenzar la vida.
Amanecía..., y el ruido se apoderaba de la urbe como un pirata de su tesoro.
Reanudó su marcha.
Amanecía.
(Foto cedida por Idifrank. El amanecer de Frankfurt)
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