Se colocó ante su máquina del tiempo. Pensó largo rato si entrar en ella o no y, finalmente, decidió hacerlo. Decidió retroceder en el tiempo, regresar a ese día y a esa hora, a ese exacto momento en el que, sin saber cómo, sucedió algo que cambió su vida. Quería cambiar aquello, hacer que desapareciera de su vida, de sus recuerdos, ¿o no?, o quizá quería solamente revivirlo para saber que realmente había sucedido. Su idea inicial era borrarlo, aprovechar ese regreso en el tiempo para evitar aquel momento, y por eso apareció de nuevo allí, un tanto perdido, pero creyendo tener las ideas claras, sin embargo no pudo, fue incapaz, no podía borrar aquel instante porque con él también la borraría a ella y sería como si nunca hubiera existido, como si nunca hubiera vivido con ella tantos días, tantas tardes, tantas noches, tantas risas y tantas lágrimas, tantas alegrías y tantas penas, tantas añoranzas y tantos adioses. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no sólo no podía, sino que no quería. Quería poder volver a aquel recuerdo siempre, y quería que fuera mucho más que un recuerdo, porque era un lugar común, su lugar común.