Corremos hacia la perdición movidos por nuestras pasiones. ¿Pero tenemos que renunciar a ellas porque son irracionales? ¿Acaso no hemos venido a este mundo para experimentarlas, dado que tenemos la posibilidad de vivirlas? ¿O, quizá todo lo contrario, debemos renunciar a ellas, abstenernos? ¿Y cómo diferenciar la sabiduría que encierra el no hacer algo de la cobardía que encierra el no hacerlo?
B. Lacombe |